Y respiré feliz feliz feliz, como la alegría misma. Como la primera vez
Aquel aire azucarado de avenas y frutas de estación
Aquel almendro que se hizo invisible a fuerza de su eternidad.
Porque existió desde siempre. Desde la consciencia.
¿Cuántas veces pensé que aquello sería tan lejano?
Y que la nostalgia sería el rayado color cielo y mar de mi bandera,
Cuento de Cipotes, Tierra de Infancia y El Mínimum Vital.
Como apología casi ridícula de lo hermoso que puede ser extrañar.
Como añoranza del crepúsculo anaranjado y la bandada solitaria de pericos.
Qué desmadre de palabras.
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