mardi, mai 01, 2007

¿De que barrio se trata?



Una noche por el barrio no basta para conocer todos sus personajes y escenarios. La zona comprendida en la calle San Antonio Abad y las inmediaciones del redondel del ex – cine Variedades, devela, recurrentemente, la convergencia de mundos e ideas contrapuestos, al menos a primera vista. Es un lugar que tiene historia, y un legado. Arte y negocio, libertad y prohibicion. Esta es la cronica de una noche en el barrio.

Juan tiene una caja de cigarros en una mano, en la otra, una cerveza. Esta sentado en el bar, detras de la tarima donde se alista una banda. Un sorbo, una bocanada de humo, ese es su ritmo. Sus ojos se clavan en aquel que, sobre las tablas, esta rodeado de tambores y solo espera la señal, para comenzar la funcion.

Alguien, al fondo, cuenta en voz alta un, dos, tres y cuatro tiempos. Cae un primer manotazo sobre el cuero templado y con el golpe, comienza la salsa de todos los viernes en la noche. En la pista de baile, la gente se deshace en movimientos, se come a zancadas y giros el piso del lugar.

Juan ya no esta en el bar. Como todos los fines de semana, desde hace un par de meses, La Luna es su telon de apertura para una larga noche. Baila solo. A su alrededor, parejas en pleno gozo, siguen el compas de las
congas, las trompetas y los timbales. Nada le importa.

El lugar, parece algun carnaval, festin caribenio, cualquier cosa excepto un local aislado en medio de una zona residencial y enfrente de una division de la policia.

La Luna tiene años en la zona. Sobreviviente de un sinfin de intentos de cierre, tiene en su bitacora la presencia de grandes maestros del arte mundial (Marceau, Sabina, etc.) Para Juan es solo el arranque de la noche.

Seis canciones despues, parece que la noche le reclama. Le echa en cara la hora. Se apresura a salir. Camina solo, rapido y sin dejar de fumar. Llega a la gasolinera Shell, sobre la San Antonio Abad y se pierde en direccion al parque San Jose.


Los años de antes

De la gasolinera, a unas cuadras adentro, la inauguracion de una exposicion fotografica en el Photocafe, es esta vez la excusa de los periodistas ahi reunidos, para carcajear y trinar botellas. Las imagenes solo se ven de reojo. Como para darle al brazo, el tiempo exacto para elevarse y asomar la boquilla de vidrio a los labios.

En una orilla de la barra, Chico Campos, habla como quien dirige una logia: rodeado por atentos escuchas, sentado de lo mas tranquilo. Pero, en este caso, no son aprendices o discipulos, son colegas de años y años que le he han cedido la guitarra y, hasta ese momento, parece que no la quiere soltar. Siempre hay alguien que cuenta alguna pasada o alguien que narra que vio esto o aquello, que fue asi o que lo dijo de esta forma y no de esta otra.

En la mesa de la esquina, aquella mesa eterna, cuatro seniores, hablan de los años en que recien la Paz habia sido firmada, incluso hablan de un poco antes. Hablan del barrio de la guerrilla festiva y combativa; del Siete Sur, aquel bar que sonaba como la retaguardia salvadorena en Nicaragua durante el conflicto; del Bar de Fito, que deambulo por toda la comarca; que ahora esos bares, ya son solo cuentos.

El Cafe Libre, La Cueva del Sapo, La Ventana, el Sol del Rio hoy tienen otros nombres y otros clientes frecuentes. En su momento fue la concentracion de la guerrilla que, luego del conflicto, volvieron –algunos– a su origen. A la vida en esas zonas. Y pusieron bares, restoranes, comida a la vista.

Estaba por ahi tambien la revista Tendencias y la Radio Venceremos, que ya era la RV. Eran los asideros de las ideas por una vida diferente. Coincidian intelectuales de izquierda que escribian y se comían el mundo entre la bohemia.

El tiempo fue pasando y muy pocos negocios quedaron en pie. Una segunda oleada de restoranes y bares aparecio con Los Celtas, El Atrio, El Arpa Irlandes, Leyendas, Los Tres Diablos. Comenzaba a gestarse otro tipo de cultura y aquellos días de guerrilla festiva se fueron difuminando.

El barrio resulto la alternativa a la Zona Rosa y generaciones de estudiantes universitarios comenzaron a frecuentar el lugar.

Aun asi, todavía hay cosas con el mismo rostro. La zona es vida nocturna, lugar de encuentro, escenario artistico, terreno de negocios, escena del crimen, guarida sospechosa.

Uno de los cuatro, el que parece mas joven, sale por un momento del local, su telefono celular pegado a la oreja le da la invitacion: “Venite al ‘la T’, hay tocada hoy”.

Quien “las puede” es Agustín

En el “La T”, una banda fusion de jazz toca desde cerca de las nueve de la noche. Al ‘Indio’ se le ve detras del bajo, afinando la primera cuerda. La prueba y va la siguiente cancion. Su ropa de manta, pelo largo y piel oscura le juegan bromas a la vista de quien lo mira. El ‘Indio’ parece portar un disfraz. Hace pensar en la posibilidad que cada prenda que ocupa tiene un significado, un orden mitico.

Hay un descanso. El publico sale del lugar. La acera, justo enfrente del local, esta copada de gente.

Donde antes fue El Atrio, y mucho antes fue Sol del Rio, rondan cabezas rapadas y mohawks. Esperan sentados, alineados al azar en las gradas del lugar. Su ajustada vestimenta negra y adornos de metal los distingue claramente del color de la periferia. No hablan mas que entre si, aunque la acera sea el vaiven de vecinos de los otros negocios. Su mutis, no parece apatia o resentimiento, es la sencilla senial de la confluencia de mundos del lugar.

A pocos metros, sobre el hombro de la calzada de enfrente, hay cinco personas sentadas. La unica iluminacion entre ellos es un minusculo punto rojo que pasa de mano a mano y aviva intermitentemente. “Estan rolando”, confiesa Agustín (nombre ficticio).

Agustin vuelve a ver a los lados antes de cruzarse la calle, se les acerca corriendo. Hablan a voz baja por un par de segundos y apagan el poco incandecente de hierba. Los convence de entrar al bar, excepto a uno, que refunfuña y decide largarse, tambaleandose, quién sabe para donde. Se va solo, bajo la luz amarillenta de los postes de luz electrica.

A los minutos pasa la policia. El aviso de Agustin fue a tiempo. Es la division de la Policia Turistica. Tienen un par de meses de estar patrullando bajo ese nombre. La veda de portación de armas en la zona, que se implemento hace poco, idealmente, le hubiera salvado la vida a tres almas, dice Agustín. “De todas formas, no es ese el despije ”, dice.

De Agustin se sabe muy poco. Nadie sabe de donde vino, a que hora aparece, solo saben que esta cada vez que se vuelve a ver hacia atras. Parece estar siempre ahi.

Agustin es el nombre entre murmullos, es noticia en el lugar. Se dijo que era el “dealer” de la zona. Que conocia las redes que nadie alcanza a distinguir en aquel que espera pegado a un muro, con las manos en las bolsas de la chamarra; en aquél vehiculo polarizado que pasa, varias veces, con los vidrios arriba y da la vuelta al redondel para regresar en la misma calle; o el trato que se sella con tan solo una mirada. “Me las puedo porque me las puedo”, afirma.

Agustin sabe quien esta detras de cada bolsa o cada “cuadro”, si viene de la “San Antonio” o si viene del lado noreste, de por el “tobogan” de la metropolis. El flujo de droga no es ningun secreto para nadie, menos para el.

Ha trabajado en la zona por años ya. Conoce bien esos pasajes y calles. Tambien conoce la droga, a los “transeros”. Recuerda que la zona se convirtio en una zona mas atractiva para el negocio y que los rateros comenzaron a aparecer de poco a poco.

Confiesa que conoce el amor de barrio, de ese barrio. El de medio tiempo o el de solo horas extras, de universitarias, no univesitarias, de las novias de todos, o solo el amor de la bohemia.
En si mismo, Agustin, es una cronica que contar. Podria contar sobre cada detalle y cada nombre a la redonda. Eso es seguro.

Tiene 30 años y confiesa que “de paja en paja” ha vivido. Podría escuchársele con disimulo, como no queriendo, pero tambien con atencion enfermiza, increibles a cada sorbo. Ese relato, sin embargo, tendra que esperar.

Por el momento, es solo una mirada a “vuelo de pajaro” en una noche de recorrido en el Barrio.
Acaso tan diferente a aquel barrio que dejo de ser hace años? Que dicen los que vivieron esos tiempos? Que dicen los antros sobrevivientes? Aquello que desaparecio, cuando se esfumaron los suenios de un espacio diferente, para todas las edades; los planes y alianzas estrategicas entre restauranteros, hoteleros, alcaldia, cuerpos de seguridad; las muestras sistematicas de todo tipo de arte; la zona libre No existe nada de eso hoy?

Y el llamado salta claramente: volver al barrio. Volver y descubrir otros relatos.

Abrir el telon cada viernes, como Juan. Cada lunes, cada dia, mas bien. Recordar, como don Chico, los anios de antes, los planes de antes.

Responder Para quien es este barrio? Es otro mundo nocturno satanizado? Es el mundo de quien quiere vivirlo? De que barrio se trata?