vendredi, juin 13, 2008

El bus

Han sido meses de mucha tribulación. Creo que el momento crítico pasó ya y es tiempo de echar manos a la obra. Pensaba en este tiempo, por ejemplo, la complejidad con la que vivimos. Y de seguro va a sonar como una de esas frases que son "automáticas" en nuestro imaginario (colectivo): "Esta sociedad es un estrés...es la selva urbana, etc, etc."

El hecho es que descubrí después de muchos meses, y se lo comentaba a alguien, que subirme a los buses es para mí como subirme a un mundo paralelo, que en verdad no es tan paralelo...es la verdad de todos los días. Que está ahí, pero a la vez no. De todas formas, le digo paralelo porque es como entrar en un mundo que no está a la vista fácilmente y hay que abrir curiosos (y críticos) los ojos y no tenerle miedo a la realidad. Tampoco pensar que no me incumbe o que no me toca a mí hacer mi parte, mi propio cambio.

¿Qué es el bus, pues? Es para mí, el espacio urbano donde confluye lo cotidiano de nuestras ciudades. Todos sabemos que el bus lo usamos todos, que ahí vamos todos. Pero cierto es también que al mismo tiempo, no va nadie. Es decir: al bus se sube medio mundo, pero no sabemos en verdad quiénes son los que acaban de subir y acaban de darle la vuelta a la ruleta. No sabemos y es lógico, yo sé. Pero justamente creo que el problema es descubrir que esa ambiguedad con la que definimos al "otro" es la que está marcano el rumbo de nuestro mundo social, de nuestras calles, de nuestro recorrido a la u, al trabajo, al cine, al bar...

La ambigüedad con la que vemos al "otro" nos activa la autodefensa, la defensa propia, el propio pellejo, el sálvese quien pueda. Pero ¿Porqué no? si tengo que alcanzar el bus, agarrar buen asiento, cuidar mi celular y mi cartera, cuidarme del acero afilado o del acero helado sobre la sien. Por qué no, si tengo que cuidarme de la oscuridad, de la soledad, del río de asfalto que trae consigo pirañas del año a toda velocidad, del barrio...que es mi barrio también...pero del que me tengo que cuidar. En suma pues, es inevitable el miedo, el resguardo...la ambigedad. El otro¨... ¿es o no es? ¿y si es? ¿y si mejor me voy por aquí? ¿y si mejor me apuro? ¿y si no le doy permiso? ¿y si mejor me siento en otro lado? Ahuevo!... "Ay que vea que hace", "Mala onda, pero ni modo", "Qué la soque", "Ve chis, por pedante".

Lo cierto también es que el bus alberga los mismos miedos que yo. Es el testigo que, sobre ruedas, hace su recorrido por 25 centavos (para mientras lo subsidian). El bus también alberga a cada uno de los demás mientras llegamos a la parada...El bus nos carga a todos y a nuestros propios miedos.

El bus es el espacio para darme cuenta de que estamos todos contra otros. Estamos sentados a la par del otro pero con la espada desenvainada, con el dedo en el gatillo. Estamos sentados a la par del otro, talvez cara a cara...pero en verdad no hay nadie, solo el fantasma del otro, la ambiguedad de si es o no es.

Y somos incapaces de sonreir, de ceder al semblante. Incapaces de ser nobles, de hacer fila, de que pase primero el más débil, de respetar las paradas, de respetar al peatón, de respetar las líneas cebras, de respetar ....al otro. (Ojo: las pasarelas son otro pisto...lo dejo para después).

El bus es la confluencia de otras almas, de otras esperanzas, de otras ideas, de otros mundos. Y es valioso entrar en sintonía...sonreirnos, ser amables, intentar llevar la fiesta en paz, no perder la calma. Es tan valioso soñar con un mundo mejor. Es noble ser noble, es necesario ser justo...es justo ser justo.

Pero, de vuelta al mundo que tenemos, es difícil sintonizarnos cuando estamos hechos de distintos tejidos: psicológicamente, demográficamente, socialmente, espiritualmente. Sobretodo, cuando se nos olvida (se nos va la piscucha) y a veces, ni nos damos cuenta de que tenemos células, átomos que nos constituyen en raza humana, que somos humanos muy sobretodas las cosas...y que la humanidad es nuestro propio hogar, y que la humanidad es lo que nosotros queramos que sea.

¿Cómo puedo ser igual al otro ambigüo? Si no tengo una familia que mantener con 110 dólares mensuales...si no tengo el mismo cansancio atado a mis pasos. Si el verde camarada George Washington no me ahorca y no se mete con mis angustias ni frustraciones. Cómo vamos a ser iguales, si George sí me deja dormir...Cómo vamos a ser los mismos si tengo un Blog dónde escribir y no sólo el deseo de poder escribir (o el deseo de leer).

¿Cómo podemos ser iguales? ¿Podemos ser iguales?
¿Hacia dónde tiene que ir nuestro cambio?
¿Respetar las señales, las paradas, las líneas cebra? Y, por otro lado, y quizás aún más trascendental
¿Qué vamos a entender por igualdad? De ahora en adelante
¿Qué vamos a entender por el "otro"?

Aunque hable en plural...¿En verdad estoy hablando por los demás? ¿Estamos solos en este bus?