vendredi, décembre 31, 2010

De esos cuentos de mi padre

Hablando con mi padre, en esas pláticas que se extienden sin querer, nos avalanzamos a un tiempo que nunca conocí. Como pude, tomé notas de lo que alguna vez fue en este pueblo y de lo que ya no es como lo conocemos hoy. Una plática con mi padre: de esa infancia prematura y El Pino.

5a Calle poniente, Pasaje El Pino final, N°. 7. Barrio El Calvario, Mejicanos Esta es la dirección del techo bajo el que vivió mi padre toda su infancia (Clic para visualizar en google.maps). El pasaje El Pino en realidad era una calle y las casas solían ser mucho más amplias de lo que son hoy, sobre todo en sus solares y pasillos principales, no tanto en cantidad o extensión de las habitaciones.

Para estas fechas, el 24 y 31 de diciembre, era normal ver a toda la gente del pasaje dentro de la casa. Era una casa abierta a todos, donde cada quien llevaba lo que podía para compartir en la cena. El 24, la cena se hacía después de la Misa de Gallo, un poco antes de la medianoche. Un mesón rústico flanqueado en sus cuatro lados por bancas largas y pesadas daban asiento a todo aquel que llegara a comer. La gente llegaba en tandas. Los cipotes, los mayores, las viejas, los amigos, los compadres.

Solo la familia de la Niña Cristina, Ma-Tina, entre hijos y nietos, era tan numerosa que en realidad sorprende. Una de sus hijas Ma-Con tuvo nueve hijos, junto con Don Guillermo, quien en realidad era conocido como Pa-Yemo. El otro hijo de Ma Tina era Pa Nino y quizás tuvo hijos, pero su historia no entra en este escrito.

Y quizás antes de continuar conviene aclarar que el prefijo "Ma"
se debe a la abreviación de Mama y el prefijo "Pa" a Papa.
Obsérvese bien que no es Mamá ni Papá, se trata de Mama y Papa.
El sufijo de cada uno de los personajes está determinado por su nombre propio.
El caso de Ma Tina, por Cristina;
Pa Nino, por Belarmino; Ma Con, por Conchita.
etc.

Ma Con y Pa Yemo tuvieron en efecto nueve hijos, de los cuales la Cami -quien se llamaba Carmen- era hija la mayor y la
más responsable de todos. La única de quien Ma Con no estuvo embarazada, la única hija de crianza. También estaba Graciela, a quien llamaban Cheli, como diminutivo de Chela; estaba la Blanqui (de Blanca), estaba Chago (por Santiago), Guillermo, la Mari, Carlos (a quien le decían Calin), la Concha y por último la Tere, la menor, a quien todos en el pasaje llamaron por siempre la Tierna.

Guillermo era de la edad del herman
o mayor inmediato de mi padre, tío Mario. Le seguían la Mari y Calin, quienes si coincidieron en edad y anécdotas con mi padre. Estudiaban todos en las escuelas de Mejicanos o en las del Centro de San Salvador. La Escuela Miguel Pinto estaba ubicado en las cercanías el Parque Centenario en el Centro de San Salvador y así como esta, habían otras que en ese entonces ostentaban un alto prestigio académico. La Amalia viuda de Menéndez, la Antonio Najárrjo, la 22 de junio. O la escuela Francisco A. Gamboa, en la que mi papá estudió en lugar de ir al Instituto Salvadoreño, el centro educativo privado al que fueron sus hermanos mayores. Otra escuela privada que tenía mucho reconocimiento y que era accesible para las familias de clase media-baja, era el colegio García Flamenco, que estaba también en el centro de San Salvador. Colegios como el Internado de San José, que después fue el Externado de San José, y el Liceo Salvadoreño, eran colegios reservados para las clases pudientes.

Mi padre tuvo que optar por la escuela pública, a pesar de la diferencia significativa respecto a la calidad de la educación, que en ese entonces aunque era mucho menor que ahora, ya existía en alguna medida. La razón talvez se explica con que el puesto de venta que tenía mi abuela en el Mercado Ex-Cuartel fue uno de los puestos consumidos por el incendio de abril de 1956.
(Mercado Excuartel, 1923. Fuente:Skycrapercity)
(continuará)


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